Quienes Somos

El Pastor Jorge L. Hernández nació en Bayamón, Puerto Rico. A los diecisiete años de edad salió de Puerto Rico hacia Estados Unidos, donde ha residido durante la mayor parte de su vida. Está felizmente casado hace treinta y cuatro años con la pastora Aida Hernández, también de la Isla. Tienen dos hijos y siete nietos.

En el 1985, se reconcilió con el Señor, ya que desde muy joven lo aceptó como su Salvador, pero se había alejado, aunque en su corazón siempre estuvo el temor a Dios y el sentir de que pertenecía a la casa del Señor.

A los seis meses de convertido, Dios le hizo un llamado para el pastorado, lo cual se le hizo muy difícil de aceptar porque él estaba comenzando a caminar con Dios nuevamente, y no tenía la experiencia que requería el trabajo. “Pero una cosa les puedo garantizar. Cuando Dios da un llamado, también da las herramientas que se necesitan para hacer el trabajo, y siempre que uno esté dispuesto a hacer y a obedecer lo que se le ha encomendado, va a triunfar porque el que está con nosotros es mayor que el que está en el mundo”, explica el Pastor Hernández.

Después de haber pastoreado en Reading, Pennsylvania por un período de seis años, recibió el llamado para la Florida. Junto a su esposa, había empezado a trabajar la Iglesia Ebenezer con solamente un edificio vacío, y cuando ya la iglesia podía correr por sí sola, era tiempo de salir a empezar de nuevo, sin conocer ni saber nada del lugar a donde Dios les estaba enviando. “Podríamos decir que estábamos como cuando Dios le dice a Abraham que salga de su tierra y su parentela a una tierra que fluye leche y miel, pero desconocida para él y su familia. Sin saber a dónde, pero en obediencia, salieron solo con una promesa. Así también salimos nosotros, solamente creyendo que si Dios no enviaba, Él también iría con nosotros porque si Él no estaba en el asunto, nosotros no queríamos ir. Hasta ahora y siempre, nuestra confianza está puesta en Él y solamente en Él”, afirma el Pastor.

Cuenta que trabajaron en West Palm Beach, Florida, desde junio del 1993. Fueron años difíciles, pero muy educativos para ellos como pastores y para su experiencia personal. En febrero del 1999, mientras estaba en un retiro en Oklahoma City, el Pastor Jorge Hernández tuvo una de las experiencias más significativas de su vida. “El sábado en la noche intentaba dormir cuando oí la voz de Dios diciéndome: ‘Mío es el oro y la plata, la tierra y su plenitud mío son, dice el Señor de Señores (Hageos 2:8, Salmo 24:1)’ y continuando con el mensaje, me dijo: ‘Es pues la fe la que le da sustancia a las cosas que se esperan, la evidencia de las que no se ven” (Hebreos 11:1)’. Durante el transcurso de la noche, Dios continuaba repitiéndome esas escrituras y una y otra vez. El domingo retornamos a nuestra casa en West Palm Beach. El lunes, preparándome para ir a trabajar, sentí una gran necesidad de adorar a Dios. Fue durante este tiempo cuando una vez más Dios me repitió las lecturas, pero esta vez me dijo que tomara papel y lápiz. Inmediatamente tuve una visión clara de lo que Dios quería que yo hiciera aquí en la Florida. Desde entonces, mi anhelo es cumplir con el llamado que Dios nos ha dado.

“En febrero del 2001 decidimos ubicarnos en Hallandale, Florida. Desde Pennsylvania, esa era la ciudad donde Dios nos había indicado que íbamos a trabajar, con una visión que todavía para ese tiempo no estaba definida. Sí teníamos seguridad, certeza, y confianza en Dios de que, en su momento, todo se lograría.

“No ha sido fácil, pero estamos seguros de que Dios no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta. Y si Él dijo, Él hará, no a nuestro tiempo, pero sí al de Èl, y nosotros sabemos que algo grande vendrá muy pronto.”